lunes, 24 de noviembre de 2008

Yo, Anudado


Estás ahí, te percibo
porque mi mirada
no puede esquivarte,
va hacia tí, como un imán.
Si no fuera que ese barbudo
te dedicó millones de palabras
en el Kapital de tu existencia;
si sólo le hubiera encontrado
la solución a este dilema,
a esta contradicción envolvente
que en el fondo de tus ojos tiernos,
inocentes de niña, intentas buscar,
que intento buscar para no
seguir haciendo lo mismo,
para no sentir esta pena trágica
de la que me siento responsable.
¿Por qué tus ojos no responden,
por qué mi corazón habrá de sentirse trizas
en esta marea de un solo sentido?
Te miro y sólo atino lo que puedo,
te lloro amargamente,
me lloro yo, impotente.