domingo, 26 de septiembre de 2010

Laberintos


Yo:

Siempre sentí que garabatear palabras en papel sobre el sentir sentido es igual a verme parado en un laberinto. Uno que es mío (o de todos) donde todas las entradas llevan a las salidas y las únicas variables son los caminos, los paisajes y los sentires. -Sé que si entro (aunque esté dentro) salir significa un cambio- pensé. Después de todo, a quién no le gusta ir modificando cosas del ambiente: una mesa cuadrada por una redonda, una pantalla amarilla por una roja, una casa por otra, el campo en ciudad y viceversa, etcétera. Afincarse en el laberinto y expropiárselo a ese Dios lejano que ordenó las cosas como quiso. ¿Dónde, si es que la hay, está la delgada línea? ¿Dónde está Alma? ¿Somos todos minotauros?

Alfredo:

En el ciclo diario del despertar dormido al apetito de vivir, sentirse vivo y emborracharse así, vivo hasta dormirse nuevamente, lo que hacía era acariciar su poca alma, sus almas, tantas, hasta llenarse de ojos y aquel recuerdo. Era en la playa, cincuenta años atrás. Llovía. Hizo una casita de ramas y Alma dijo: tengo novio.
Por cierto su alma, bella mujer morena, se volvió loca cuando fue madre o, en todo caso, él era un borracho nada más. Pero aprendiendo el idioma ruso en cursiva, recordaba ayer, y lo intimaba a proseguir la caligrafía de su maestra de cuarto, que lo amó, lo mimó, le mostró a Fidias y le enseñó a remontar cometas.
¿Dónde vivían sus almas? ¿Dónde estaba su Alma...? Nunca lo supo ni hubo forma de averiguar. Pero estuvo envejeciendo y anduvo por caminos en los que nunca pudo confirmar aquel amor.i

Otro yo:

Buenos Aires es un laberinto desconocido, relojeros que se esconden en rebuscadas galerías sobre la calle Libertad (para significar el nombre tal vez), el Correo Central y sus tuberías de distribución de telegramas (ahora muertas) que atraviezan media ciudad, la Manzana de las Luces, sus galerías y su estacionamiento (antes Aula Magna y sala donde se firmó la primer Constitución). Mirarte Buenos Aires, es encontrar sombras del pasado, ir desnudándote como a una mujer que con sus ojos eternos y dañados alcanza a despedir una lágrima. Quién sino para desenterrarte como un tesoro, como un niño muerto que quería ser y se retiró antes de tiempo por enfermedad, dejando resabios de la fiebre amarilla. Dueles en algún lugar, te siento en algún lugar.


Sendic:

La noche en Montevideo está tranquila y no está. Se están fugando los tupas, uno a uno del Penal, Penal de Punta Carretas de muros altos de piedra, custodiado por soldados todos armados a guerra. Guerra a muerte al opresor, que brilla en la oscuridad, que brilla la luz del sol guerra en la profundidad; la profundidad los mira uno por uno pasar, codo a codo, pié con pié, con rumbo a la libertad.ii


Yo:

Allá donde se pierde el camino, se dibujaron tus líneas de oro y tus ojos-vibración, y tus labios-beso, y tus brazos-abrazo, tus manos-cariño frías como el hielo. Caminaste en el laberinto y te posaste frente al gran portal de reojo mirando al interior, buscando almas. Había salido en ese preciso momento a pasear mi espíritu, una fuga espiralada hasta la salida con el misterio a cuestas, hasta encontrarte, laberinto distinto. Frente a los portales enfrentados recorríamos con la vista lo que era posible ver: manos, ojos, piernas, brazos... un reconocimiento (de lo ya conocido) manteniendo el espacio personal; palabras y palabras. Dentro del laberinto todo es concreto. En el tuyo con el mío a cuestas, entré.



Sendic:

Al principio de la vida todo es plan y fantasía como el tren cuando se larga que reclama día a día. Busca busca luz y luz en estudios y experiencias, al crecer como una planta en el bosque de la ciencia. Más allá, más allá es el rol que clama y clama la insistente letanía, desde el fondo de los siglos ese grito guía y guía. Después vienen los contrastes, peripecias y zozobras como el mar cuando desgasta con el golpe de ola y ola. (…) Pero al fin como al principio todo es plan y fantasía.iii


Borges:

La fortuna quiso que yo también fuera poeta. Me impuse, como todos, la secreta obligación de definir la luna.iv

Benedetti:

Al carajo Selene.v


Yo:

Encontrarte en el tiempo detenido, detener el tiempo, apresarlo con las manos de la mente en proteínicas imágenes auditivo-sensitivas. Sentirse libre enseñando este laberinto de jardines y no tanto, observando otro igualmente creado. Fluir y fluir dentro del espacio transversal donde partimos el tiempo en dos. Alma a alma nuestros cuerpos trémulos a fondo babasónico se besaron en el silencio donde la única referencia era un mar cálido con dos peces. Mi alma tomó forma aún cuando nos hicimos humo de ese lugar para sumirnos en el cielo de arcos dorados, rodeados de fauna y flora regular. Hasta que rayó el sol al día que nos llevó hasta el mar de vehículos. Nos miramos: algo pensamos/sentimos en los ojos del otro.

Que vuelvas.

iAlfredo Zitarrosa, Su Alma, Sobre Pájaros y Almas, 1989.
ii
Tupamaros, Candombe: La Noche en Montevideo, Los Tupamaros Cantan, 1985.
iii
Tupamaros, Todo es Plan y Fantasía, Cantares del Calabozo, 1985.
iv
Jorge Luis Borges, La Luna (1).
v
Mario Benedetti, Hombre que mira la Luna, El Amor, Las Mujeres y la Vida.

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