martes, 17 de julio de 2012

Despotricar... con lógica

 




Exordĭum:

¿Qué clase de hombres eran los humanos? Liliana Felipe – Trucho.


Interludio:

Hace tiempo que circundan, rondando como hormigas a la gota de miel, varias ideas en consideración a la función histórica. Así como se ha planteado la falsabilidad de la función evolutiva de la historia es decir, la posibilidad de aprender de ella para evitar errores futuros frente a conductas similares, me animo a postular que no solamente no tiene esa utilidad, no solamente es un gusto personal de estudio o un trasto viejo tirado en el fondo de un desván.
Es notable sin embargo que las civilizaciones que más registraron la historia, son aquellas que pretenden tener una base fundacional, quienes no estaban seguros de dónde venían y menos que menos, a dónde iban aunque deban justificar sus pasos. Es típico de la tradición teística la justificación de los hechos (con otros hechos) para que se vean bien o mal, según la decisión del poder hegemónico vigente.
Aquí lo que quiero plantear es la disyuntiva siguiente: nuestra sociedad (argentina, católica, demagógica, ideológicamente falible y corruptible) impulsa un modelo de “memoria histórica” en el cual ocurren favoritismos y condenas. Memoria histórica que aceptamos normalmente con o sin cuestionamientos, lo innegable es que existe esa categoría. La misma sociedad que condena procesos militares avalados cómplicemente por ella, gobiernos populares votados sistemáticamente por ella, es la misma sociedad que da el visto bueno a circunstancias similares en la actualidad. Aún aquellos mismos que tienen la posibilidad de cuestionar esta visión, adolecen del mismo inconveniente: son incapaces de tener una visión crítica actual. De una misma idea existen dos concepciones distintas: una crítica y una predominante acrítica.

Obiter Dictum:

La pobreza es la peor forma de violencia” Mahatma Gandhi.

La República abraza por estos días, casi un 24% de pobreza según los índices provinciales de Censos y Estadísticas. ¿A qué jugamos?

En 1974, el índice de pobreza rozaba los 6 puntos. Para 1982 alcanzó los 37 puntos.

…. ¿A qué estamos jugando? ….


Fundamentum:

“No hay más ciego que aquél que no quiere ver” Refrán popular.

Dicen, aquellos que no coordinan la realidad con la teoría, que la realidad está bien, que son los ataques permanentes de la prensa los que desestabilizan, que no se puede vivir prestándole atención a todo lo que nos afecta o nos puede afectar. Muchos sino innumerables son los argumentos individualistas que se profieren orientados al fin de mutilar todo análisis de la realidad posible. El ejemplo ut supra es simplemente a los fines didácticos: no hay concordancia entre realidad pasada y presente, sólo hay hitos notables en paralelismos de los datos.
Pensar implica procesos mentales de equiparación teórica, resultados y cotejo de resultados. Los razonamientos válidos son aquellos que fundamentados en premisas ciertas, arriban a conclusiones ciertas. Aún así no alcanza más que como fundamento, lo importante es aquello que se desarrolla a partir del fundamento “cierto” y las ramificaciones que ese desarrollo acarree. Ya poco interesa si la loba crió a Rómulo y a Rémulo; ello justificó la creación de un Imperio, o poco importa si el Dios dijo o no dijo que una tierra era para determinado pueblo, hoy esa tierra es de ese pueblo. Poco importa si Dios es bueno cuando su Voluntad es la miseria y el hambre y aquellos que la promueven no pasan ni miserias ni hambres.
Si las causas del mal que aqueja nuestra sociedad es la pobreza, ¿importa si es el 24%, el 5%, el 10%? No necesariamente, importa que aumente sí, por supuesto. La violencia social crece en conjunto con la pobreza social. La visión aislada del sujeto (yo, sujeto independiente) genera razonamientos aberrados: v. g. ‘yo estoy bien, si no entro en la paranoia, voy a seguir bien’; ‘no puedo levantarme pensando en la inseguridad’; ‘al final, todo anda bien, es culpa de algunos que no quieren trabajar’. Está bien, en tanto y en cuanto, mi felicidad no dependa de la felicidad de mi vecino. Como sociedad, la felicidad del individuo acaba en la del siguiente; así como los derechos finalizan donde empiezan los del otro. Algo que, como sociedad, no entendemos. La ceguera del individualismo al que permanentemente e inconcientemente nos sometemos es, en parte, una de las causas de la fractura como sociedad que vivenciamos. Que se entienda bien, no opongo el individuo a la masa: opongo el pensamiento individual al pensamiento altruista y socio-constructivo, atendiendo a que nadie va a tener necesidad de perturbar mi paz si es que tiene paz propia. La masa, la masificación es inútil; una turba de individuos despersonalizados. Aquí el planteo es no perder el sentido individual apuntando también a un sentido colectivo.

Por este motivo, la sociedad sigue eligiendo de la misma manera: salvarse individualmente. Lo que no queda claro es que, eventualmente, esa salvación individual no va a ser más que la condena de toda la sociedad.


Abalorio Final:

Para mi los humanos fue esa especie que nació sin memoria. Liliana Felipe - Trucho

No hay comentarios.: